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Visión muy personal, de la forma de abordar  la metodología BIM.

Autor: Alexander Montaño Muñoz

La globalización -tecnológica en este caso- llega a nosotros, muchas veces sin tener una idea clara de lo que estamos recibiendo; por nuestra naturaleza e idiosincrasia, se asume que lo que llega de afuera es bueno. Específicamente, inmersos como estamos en el campo de la construcción y el diseño, la terminología de coordinación de proyectos y la información de modelos de construcción, -con cualidades y calidades muy detalladas- llegan a nuestro entorno diario, como “metodología de trabajo BIM” y, muestra de ello, es que constantemente podemos ver cantidad de artículos donde se nos relatan -muy a detalle en la mayoría de las ocasiones- desde las características esenciales y las bondades del método para los principiantes, hasta el último avance en programas o herramientas para los que llevan un poco más de camino recorrido. Esto en últimas, no es más que un excelente y riquísimo material académico para consulta y referencia, si, como en la mayoría de los casos, el entorno (lease el equipo) no está preparado para hacer la inmersión total en esta forma de trabajo. 

Después de esta introducción, aclaro que este es solo el punto de vista de uno de tantos profesionales que en nuestro medio tratan de involucrarse a esta línea -no tendencia- y que quieren hacer las cosas bien; espero que esta sea solo la primera parte de una contextualización muy propia, donde planteo posiciones sobre temas recurrentes para el público objetivo, pero dentro de un contexto de “aterrizaje, tropicalización e inmersión” para quienes quieren ser “consumidores BIM”, pero aun no saben cómo digerirlo.

Inicialmente, partamos de tres cuestionamientos básicos, no necesariamente para darles respuesta, sino para plantear un escenario inicial: ¿Cuantitativamente, cuánto porcentaje de la metodología (si fuera posible hacer esta cuantificación) está aplicado hoy en nuestros entornos de trabajo?, ¿Cuál es la verdadera incursión de los análisis inteligentes de modelos, para que vayan desde el computador hasta la obra? ¿Cuántos casos de éxito hay?

Enemigos internos, palos en la rueda y errores cometidos.

Aclarado continuamente, sabemos que BIM, no es herramienta sino método y como método -basado en las teorías de procesos- este se debe plantear, y estructurar, y probar, y fallar, y corregir, y reevaluar y aprobar, para, secuencialmente, iniciar de nuevo las veces que sea necesario. Este ciclo, que no es aplicado con disciplina,  se convierte en el principal enemigo interno de la implementación en la región. Adicional, las erradas concepciones que se tienen dentro del marco de la definición, uso y aplicación de la metodología, hacen que las respuestas a los interrogantes planteadas en el párrafo anterior, no sean muy positivas y para los más pesimistas, presenten un panorama desalentador. Las malas prácticas, comunes a la hora de abordar el universo BIM en el entorno geográfico cercano, se convierten para los diseñadores, los coordinadores y para el gremio en general, en obstaculos dificiles de sortear, que llevan al traste las inversiones en dinero y en tiempo que se han hecho. Algunos de estos “palos en la rueda” pueden ser:

1.“Trabajar un software 3D (Revit Ⓡ)es trabajar bajo metodología BIM.”

Aún vemos implementadores que relacionan la visualización de un proyecto en tres dimensiones, con la implementación y aplicación de la forma de trabajo. Tema que ha sido suficientemente expuesto y corregido,  pero que aún hoy, sigue siendo un craso error.

2.“Trabajar en la metodología BIM, es realizar el chequeo de interferencias.” 

Manejando ciertas herramientas y con algún grado de conocimiento en softwares como Revit Ⓡ y NavisworksⓇ, se hace recurrente desperdiciar el potencial de BIM de esta forma , utilizándolo solamente como un “check lister” de cruces entre elementos. Tenemos un motor de Ferrari en el cuerpo de un Renault 4.

3.“No es necesario establecer protocolos de comunicación.” 

El correo electrónico, o la nube en el mejor de los casos, siguen siendo los puentes de comunicación preferidos para un precario intercambio de datos durante el periodo de trabajo. Así, el ciclo de ejecución de tareas se hace de forma totalmente asincrónica y caemos en errores recurrentes, usando programas especializados para la coordinación, (NavisworksⓇ por ejemplo), sólo como potentes modeladores y graficadores, pero carentes de los principios básicos de coordinación; Debe existir como mínimo un protocolo de comunicación claramente estandarizado y configurado para que el proyecto trabaje en tiempo real y bajo los lineamientos de la metodología

4. “Con BIM se cuantifica solo lo que este modelado, (en MEP básicamente)” 

Restringirse a que los modelos de redes son el único elemento cuantificable, también es una práctica común, y obviamente, es una mala jugada. Teniendo el software adecuado (InfraworksⓇ  o Autocad civil 3DⓇ ) para el caso de redes externas, vías y movimiento de tierra, por poner solo un ejemplo, todo es susceptible de modelar y por ende, de cuantificar, pero esto lastimosamente es una práctica poco difundida

5. “Los modelos hiper detallados son más confiables”

Debemos tener cuidado con el detallado excesivo, porque este es enemigo de la practicidad! (“jugar al muñequero ” con los modelos).  El LOD de una ventana no tiene que ser 400 si no va a ser utilizada en diseño de montaje; una ventana con la especificación del tipo de marco, coeficiente de sombra y tipo de vidrio es suficiente y me sirve tanto o más en cuantificaciones y presupuestos, que la que tiene modelado 280 tornillos entre el bastidor y el soporte, porque en últimas, es tiempo perdido de producción y consumo inútil  de memoria del software.

6. “Con solamente el modelo 3D, se puede proceder a construir la obra” 

Quizá esta es la grieta más evidente y difícil de sellar en cuanto a las apreciaciones erróneas del medio, pues si bien a hoy no tenemos al 100% la certeza de cómo se hará la transición de lo que se modela a lo que se construye, es utópico aún pretender que entregando un modelo coordinado a la obra, esta será capaz de “responderse a sí misma sus inquietudes”. Los entregables (planos, memorias, presupuestos) -que salen de los modelos obviamente- son los que marcan todavía, la hoja de ruta de la obra.

El impreso para la obra, lejos de extinguirse!

Este último punto da la entrada para concluir que aun nos falta recorrer cierto camino para corregir estas concepciones; de allí la flaqueza de la implementación BIM, sobre todo para la construcción. Como ejercicio práctico, si al abordar un proyecto en la forma de trabajo que propone la metodología, convertimos los errores planteados anteriormente en una lista de chequeo, no debería estar presente ninguno de ellos, porque no funciona la inmersión BIM y no despega el proyecto…así de sencillo! 

Más claramente, y citando solo dos casos de esta “lista propuesta”, al utilizar BIM solo para la revisión de interferencias, entonces la programación, la implantación en sitio y los estudios de asoleamiento estarán ausentes, las herramientas subutilizadas y el potencial de los softwares desperdiciado; o si la cuantificación se centra en las disciplinas MEP, (osea, si sólo válido redes en mis modelos), el protagonismo de la arquitectura, no como visualización 3D, sino desde la plástica de sus componentes y de la espacialidad funcional, también queda en un limbo. No es sólo “poética”, es técnica: la potencia de tener un cielo falso adecuadamente modulado es abrumadora  (que es distinto a detallar innecesariamente), pero es una pérdida dolorosa cuando solo jugamos a “interference check”. Aparte, existen muchas otras razones que podrían ayudarnos a identificar el complejo proceso que es la implementación de una metodología adecuada, que primero se ocupe de producir un diseño idóneo en todas las fases, para luego hacer una buena integración con la obra. 

Como cierre de este primer intento de redacción de un texto que nos diera un panorama de aproximación a la modelación, coordinación o el nombre que pudiera tener este híbrido que tratamos de aplicar en el medio, tenemos que concientizarnos de una premisa (una de tantas) con la que debemos partir: no somos un país de primer mundo con tecnología de punta; todavía las conexiones de internet con intercambio de metadatos y velocidades adecuadas presentan un inconveniente grande y además utilizamos normas y protocolos extranjeros copiados casi que literalmente, con muy pocas o nulas adaptaciones al medio. Lo que se podría plantear para concluir, es que tenemos la necesidad -y la obligación como gremio- de “tropicalizar” el BIM en nuestro medio; está claro que los protocolos internacionales se deben respetar, pero más que hacer un esfuerzo por aplicarlos a rajatabla, deberíamos tratar de interpretarlos para nuestro entorno y hacerlos más aplicables, más “amigables” y más “aterrizados”

El panorama no es negativo para nada; hemos trabajado mucho y se ha avanzado bastante. Distintas iniciativas  del sector construcción y gremial son muestra de ello, la oferta de capacitación ahora es mucho más amplia y el público y el mercado mucho más abierto.  Pero para que se evolucione en las dimensiones y usos de BIM, para que el modelo reemplace el papel, para que tengamos una construcción adecuada y optimizada, estamos lejos aún y es prioritario revertir esta situación. Es necesario hacer de lo técnico algo coloquial.

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