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Autor: Raúl Eyzaguirre

Reflexionando sobre el contexto de salud y social actual debido a la pandemia generada por el virus COVID-19, pude identificar ciertas semejanzas con la forma, prácticas y entorno de trabajo en la cual nosotros nos desempeñamos para desarrollar procesos de diseño y construcción. Esto me ha llevado a pensar que nuestra industria se desarrolla bajo una constante cuarentena inherente a las diferentes etapas de los proyectos; caracterizada por una baja colaboración, limitada comunicación y poco efectiva coordinación entre los principales involucrados en el éxito de los proyectos.

El diseño y la construcción siempre bajo cuarentena

Probablemente, nuestro mayor temor estos días es la incertidumbre que genera esta coyuntura, no sabemos con precisión cuándo las ciudades volverán a ser las de antes, cuándo volveremos a nuestros centros de trabajo, que tan rápido la economía se recuperará y principalmente cuándo dejaremos en el pasado el miedo que propicia este virus en todos nosotros. La incertidumbre, tampoco es ajena a la industria de la construcción; está presente en la falta de claridad y definición de los objetivos de nuestros clientes, en los constantes cambios de diseño, disponibilidad de mano de obra y materiales, y hasta quizás en el desconocimiento a cabalidad del alcance de los proyectos.

El distanciamiento social es otra exigencia actualmente, pero la industria de la construcción lo ha adoptado como una práctica habitual desde hace varios años. El trabajo en silos desconectados, con propios planes, estrategias y con objetivos independientes, conlleva a esfuerzos apuntando a varias direcciones y no necesariamente alineados al real objetivo del proyecto y del cliente.

La comunicación fuera de nuestros hogares también se ha visto limitada por el miedo al contagio. En ese sentido, transmitir nuestras necesidades, entablar una conversación o simplemente ayudar en algún tema en específico se ha perdido momentáneamente. Bajo el contexto de la industria, nuestro sistema de comunicación tampoco es el más efectivo. Tenemos deficiencias en el flujo básico de la comunicación; cómo definimos nuestras expectativas como cliente, cómo lo entiende nuestro proveedor interno, cómo hace la entrega del mensaje y finalmente cómo retroalimentamos, son los cuatro pasos fundamentales donde se evidencia una gran oportunidad de mejora.  La frecuencia en el intercambio de información, la calidad de la información y la interpretación de esta, son variables que juegan en contra. Asimismo, es importante no dejar de mencionar la amplia latencia de respuesta en el cual se desarrollan nuestras comunicaciones, lo que impacta en las decisiones para el proyecto, generando ampliaciones de plazo y sobrecostos.

¿Qué nos impide colaborar más?

Solemos confundir el concepto de colaboración con nuestro grado de amabilidad, con la cantidad de información que compartimos o con el sólo hecho de juntar a personas para discutir un tema en específico. Desde mi punto de vista, tenemos una visión incompleta del concepto de colaboración, cuyo real significado abarca campos mucho más extensos y profundos.

No podemos garantizar la colaboración con el sólo hecho de mostrar evidencia y buena actitud para compartir información. Es importante saber qué información específica requiere el equipo de trabajo aguas abajo y cómo debes estructurar esa información para que el trabajo de ellos sea más fácil de ejecutar, y al mismo tiempo podamos desempeñar mejor el nuestro.

Nuestra cultura rígida de liderazgo de proyectos basada en el estilo de comandar y controlar al equipo de trabajo, sin duda, es otra de las limitantes para una mayor colaboración. Esto involucra el bajo nivel de confianza que reina en los proyectos entre los diferentes involucrados, objetivos no alineados y no compartidos generando que cada organización o equipo conserve y defienda sus propios intereses comerciales y económicos, falta de solidaridad para compartir ideas, información, conocimiento y experiencias en beneficio del proyecto y finalmente el miedo de mostrarse vulnerable y transparente frente al equipo creyendo que esa debilidad podría usarse en contra.

Además, resulta imposible no abordar en esta sección, el rol antagónico que por lo general desempeñan los contratos de diseño y construcción frente a elevar el nivel de colaboración entre el equipo del proyecto. Al respecto, es casi natural identificar el espíritu confrontacional de los mismos, cada vez impulsando más la inclusión de cláusulas leoninas que generan un desbalance en la asignación de responsabilidades y riesgos, en vez de establecer una estructura que favorezca la colaboración y la búsqueda de soluciones a los problemas que inherentemente enfrentan los proyectos.

El real potencial de la colaboración

Colaborar implica trabajar, crear y producir en conjunto una actividad específica motivados por un mismo y único fin. La clave es lograr que el resultado del trabajo colaborativo sea mayor que la suma de los esfuerzos individuales, cuyo impacto estará influenciado por la diversidad de las ideas, puntos de vista, experiencias, conocimiento, motivaciones e intereses individuales. Este intercambio genera una cadena de conocimiento la cual enriquece tanto a cada miembro del equipo como al resultado y objetivo final que persiguen.

Afrontar este cambio de manera pasiva, esperando que naturalmente surja la colaboración, suele ser un error común. El cambio no es un esfuerzo menor y de corto plazo, requiere formar líderes que refuercen las prácticas colaborativas, integrar equipos crosfuncionales y multidisciplinarios, soportar las prácticas con adecuada infraestructura física y tecnológica, y principalmente transmitir confianza y transparencia en las acciones y decisiones.

Un equipo altamente colaborativo y empoderado, ante la adversidad busca soluciones integrales, innovadoras y efectivas; ello bajo un modo operativo similar al de nuestro sistema inmunológico cuando nos defiende de un virus que ha irrumpido en nuestro organismo.

El papel de la colaboración en pleno siglo XXI es fundamental para el desarrollo de las personas y de las empresas, y está en decisión de cada uno de nosotros mantener una mentalidad rígida o una mentalidad abierta a nuevas oportunidades de aprendizaje y de generación de valor.

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